LA DIFÍCIL PERO NO IMPOSIBLE INCLUSIÓN DE LOS EXCLUIDOS

Quiero tratar dos aspectos en estas breves notas acerca de la inclusión de los niños y las niñas con dificultades y hándicaps en la escuela formal. Éstos son:

• Las deficiencias de quienes estamos llamados a facilitarles y garantizarles la inclusión en las aulas y en el ámbito escolar. Es decir, a las aptitudes que los docentes tenemos y hemos desarrollado para estar en mejores condiciones de entender y facilitar la inclusión de aquellos alumnos con dificultades de aprendizaje y de socialización.

• Las actitudes, es decir, con las maneras cómo asumimos ese desafío y nos relacionamos con los niños y niñas con serios o moderados problemas de aprendizaje y socialización.

En rigor, muy pocos educadores se han preparado para tratar con niños con serias o moderadas dificultades de aprendizaje y socialización. Por ello, me atrevo a sugerir que para que estos procesos de inclusión sean reales, conviene que los educadores sean educados. Porque en adelante a la escuela regular llegarán más y más niños y niñas con estos hándicaps. La sociedad es quizá la anormal, y es evidente que en una sociedad patológica la cordura puede asumirse como locura y la locura como cordura. Los ejemplos abundan, es cuestión de tener un poco los sentidos dispuestos para captar la locura reinante en todos los estratos y escenarios de la sociedad contemporánea y en nosotros mismos. Por otro lado, y entiéndase como autocritica y confesión, no es verdad que maestros y maestras nos caractericemos por nuestra “normalidad”. A fuerza de lidiar, en el sentido taurino, con tantos casos difíciles en el día a día, durante todo los días del año escolar, terminamos un poco o un mucho contagiados de comportamientos neuróticos, asuntos que son asumidos por los colegas como la manera “normal” que tiene x ó y colega de comportarse. La consabida expresión “es que ella o él son así” parece justificar lo que en el caso de los niños sí se tipifica como deficiencia, atipicidad o hándicap.  

El segundo aspecto es el relacionado con el cambio de actitudes con relación a los niños y niñas con deficiencias. A falta de aptitudes, se visibilizan actitudes comprensivas, empáticas, de claro compromiso, de disposición de ánimo para discriminar positivamente a esos niños y niñas, tan seres humanos como nuestros propios hijos e hijas, legítimos miembros de la comunidad escolar. Es más, la atención y la disposición de servicio debe extremarse con estos alumnos, los cuales son dejados a la buena de Dios tanto en sus hogares como en los ámbitos cotidianos de socialización. Sólo la escuela y los educadores estarían en verdaderas condiciones de darles el trato preferencial que se merecen. Porque esos niños y niñas están reclusos en el círculo infame de las exclusiones, y sólo esta modalidad de escuela incluyente podría liberarlos de ese mundo marginal y llamarlos a la fiesta de la vida y del saber.

 SONIA BEJARANO

Docente Primaria

Jornada Tarde